Tras cruzar los Dolomitas por las espectaculares
Tre Cime di Lavaredo, sospechábamos que los Alpes austríacos iban a tenerlo muy difícil para impresionarnos. Mientras nos escurríamos por las sendas de bajada desde Auronzo y Locatelli, concentrados en los socavones, raíces, pedruscos y cortados de la inolvidable trialera que nos debía llevar primero a Sesto y después hasta San Candido, empezamos a imaginar el tramo final del viaje como un sector de fluir fácil, sin largas ascensiones ni porteos. No en vano, días antes, en un cybercafé de Cortina d'Ampezzo habíamos estudiado
la compleja red de rutas cicloturistas de Austria, que nos sedujo en un abrir y cerrar de ojos con sus trazados aparentemente suaves y alejados del tráfico.
A partir de Dobiacco, tomamos el
Drauradweg (
radweg es una palabra que todo cicloturista debe aprender para moverse por Austria) hacia el este. El bici-carril va junto al río Drau, entra en Austria –casi ni nos enteramos de que cambiamos de país– y continúa hacia Eslovenia. Nosotros, sin embargo, nos desviamos hacia el norte a partir de Spittal, para acampar en uno de los muchos campings que hay a orillas del lago de Seeboden.
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Cientos, miles de kilómetros de carriles bici cruzan Austria
de norte a sur y de este a oeste por distintos valles |
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El lago de los cisnes, en Dobiacco |
Poco más allá, el bici-carril local que seguíamos desaparece por arte de magia negra –esto no es Suiza, está claro– y aunque la ruta estaba marcada como "radroute" carece de arcén y no encontramos señal alguna que lo indique sobre el terreno.
Hartos de motos, coches y camiones, improvisamos un rodeo mountain biker hasta una ciudad termal llamada Bad Kleinkirchheim –fácil de recordar y de deletrear–, pero a partir de ahí no nos queda otro remedio que compartir la estrecha y en otras circunstancias bucólica carretera de montaña con varios cientos de motoristas de espíritu salvaje, look pandillero pero de marca y ruidosas monturas que han acudido a una convención internacional de
Harley Davidson. Qué suerte la nuestra.
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Pasamos por el pueblo natal de Heidi,
que ya no vive en la cabaña del abuelo.
Se ha emancipado y, como está forradísima,
tiene una mansión con piscina climatizada |
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Ruta cicloturista por el trazado de un antiguo ferrocarril.
Una pena que poco después la vía verde desaparezca
de la faz de la tierra, y sin previo aviso.
Vamos, como en casa... |
Tras el puerto, alcanzamos un nuevo valle, el del río Mur, y tomamos la
Murradweg hasta Kapfenberg, avanzando rápidamente por el bici-carril que, aunque tiene más subidas de las que uno podría esperar –el trazado va por el fondo del valle–, nos permite superar la barrera de los 100 km diarios durante varias jornadas.
Viena está cerca. Pedaleamos con soltura, motivados por su cercanía, y animados por los días sorprendentemente soleados de la última semana del viaje. Nos da la sensación de que la podemos oler. Viena, Viena, Viena... No pensamos en otra cosa. De vez en cuando cruzamos una carretera y vemos carteles azules con letras mágicas: V-I-E-N-A. Y cifras como 1-6-4 km yendo por la autopista. Pero por nuestra ruta aún quedan unos 300 km.
"Tres días", pensamos.
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Auf wiedersehn!!! |
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Un mapa de Europa física, tal y como se veía antes de la WWII
(lo encontramos en la estantería de un B&B
de Mariazell, en un libro impreso en Leipzig en 1936).
Las montañas han cambiado poco.
Las fronteras políticas, en cambio, son muy distintas. |
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Aquí empieza, o acaba, la Traisental Radweg,
una ruta sumamente fácil de 111 km
que comunica el Danubio
con la localidad de Mariazell |
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Rutas cicloturistas para tod@s,
incluso para parejitas enamoradas:
RomantikTour |
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Rutas, rutas y más rutas |
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We love bikes |
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Los bici-carriles de Austria están asfaltados
en su mayor parte |
Y así, enlazando un
radweg con otro, durante la última semana de la travesía
Portbou - Viena experimentamos una forma de viajar en bicicleta nueva para nosotros.
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Por fin, a orillas del Danubio.
Últimos 70 km para entrar en Viena |
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Última etapa con cielo gris,
aunque nosotros lo vemos en multicolor |
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2.900 km de viaje y entramos en Viena.
Es hora de hacer un poco de turismo |
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Por primer vez en mi vida, peso la bici
para responder a la pregunta del millón,
y sólo por 20 céntimos!!! |
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Madre mía!!! |
Tras 2.900 km de viaje repartidos en 52 etapas con algo más de 50.000 metros de ascensión acumulada, ya estamos en Viena, la ciudad de la ópera, los palacios, los parques inmensos, la
sacher torte... Es hora de descansar, aparcar la bici unos días, visitar museos, pasear sin rumbo fijo, enviar postales y aprovechar estos días de relax para poner las ideas, los recuerdos y los sueños realizados en orden. Es hora, también, de pensar en la siguiente escapada.
PD: la respuesta a "la pregunta del millón" es "aproximadamente 35 kg", contando TODO, es decir, bici, portaequipajes, alforjas, equipaje, algo de comida, algo de agua... Teniendo en cuenta que cuando entramos en Viena ya no llevábamos comida ni agua, creo que el pack bici + equipaje + despensa en etapas normales puede rondar los 40 kg.