viernes, 5 de agosto de 2011

Ordesa, en la Brecha

Mirador en la pista de la sierra de las Cutas
En este viaje por el Pirineo no podíamos obviar Ordesa. Subimos pedaleando desde Nerín hacia la sierra de las Cutas con Marc, Clara y Luís, a ritmo de tertulia cicloturista, hasta los 2.200 metros, donde nos asomamos a los espectaculares miradores de Ordesa. La lluvia amenazaba con aguarnos la fiesta, pero una vez más por nuestra parte demostramos paciencia y optimismo, al tiempo que las chaquetas de lluvia y la tienda reafirmaron su condición de impermeabilidad. Y tras la tormenta, el arco iris, el sol, los circos de Cotatuero, de Carriata, las fajas, la Cola de Caballo, el Monte Perdido, la Brecha de Rolando... Todo ante nuestros ojos.

Con Luís, Clara y Marc en la sierra de las Cutas
El descenso fue largo y trabajado, pues la pista está en mucho peor estado por el lado de Torla que por el de Nerín. Tras el traqueteo y las piedras, entramos en la zona de bosque, buscamos un camping, preparamos las mochilas, atamos las bicicletas a un árbol, cenamos todo lo que pudimos y fijamos la alarma a las 5 de la mañana.

Clavijas de Carriata
La siguiente jornada empieza temprano, caminando desde la Pradera de Ordesa (hay un servicio de bus que te lleva desde Torla, pues en el parque no dejan entrar ya ni coches ni bicis), y empezamos a subir todavía de noche por el bosque silencioso hacia el circo de Carriata. Pronto cruzamos la cascada, completamente seca, rodeada de sarrios que se mueven lentamente, como si acabaran de despertarse. Superamos las clavijas de Carriata (en el mapa Alpina las llaman de Salarons) y enfilamos la ascensión al Taillón desde la depresión de los Llanos de Salarons, un auténtico desierto pétreo, y el collado Blanco, en el que encontramos algunos heleros que evitamos grimpando algunas rocas. Tras el subidón, aparece ante nosotros una postal 50% Marte / 50 % Luna (a un lado es todo rojo y al otro todo blanco), con un telón de fondo espectacular: la Brecha de Rolando, el Dedo, el Casco, el Monte Perdido...

Familia numerosa de sarrios en Aguas Tuertas
Seguimos la travesía por una huella marcada con hitos hasta un nuevo tramo de heleros que evitamos con más penas que gloria, y con algo de retraso llegamos a la "normal" del Taillón, donde una larguísima hilera de hormiguillas de colores superan un metro tras otro hasta los 3.144 metros de altitud de esta montaña que, sin ser difícil, ofrece una inmejorables vistas del macizo de Monte Perdido.

Brecha de Rolando
Bocadillos, unas fotos en la cima de recuerdo y media hora después iniciamos el descenso hacia la ansiada Brecha de Rolando, donde encontramos a mucha, muchísima gente. El paisaje hacia la vertiente francesa promete, sobre todo el circo de Gavarnie, de donde cuelga una interminable catarata. Dudamos unos instantes sobre la ruta de regreso, pues al principio habíamos pensado volver por el mismo camino, pero el helero nos parece más que franqueable hoy (vemos que todo el mundo sube y baja sin crampones y sin problemas) y decidimos continuar hasta Bujaruelo con David y Carmen, dos montañeros que hemos conocido en la cima un rato antes y que han subido desde San Nicolás esta misma mañana. El lado francés resulta ser una experiencia distinta a la de la mañana, en que sólo nos hemos cruzado con sarrios (más de cincuenta en diferentes localizaciones) y marmotas. Aquí multitud de gente sube y baja sin cesar desde el aparcamiento del Col de Mentes, que está a 2.000 metros de altitud. Es la otra cara de la moneda de una excursión en la que hemos disfrutado de principio a fin, desde los silenciosos circos de Carriata hasta el espectáculo que ofrecimos en el glaciar practicando el culo-esquí.